Un 21 de junio de 2017, nació VEF. En solsticio de verano y en la transición de temporada géminis a cáncer.

Siguiendo el impulso genuino y urgente de hacer catarsis escribiendo, elegí ese día para parirlo al mundo como «Vivir es Fluir: blog de historias».

Le hice un espacio sagrado en mi día a día como «bloguera primeriza». Cada vez que publicaba una entrada, me sentía nerviosa y emocionada. Era la primera vez que mis pensamientos en forma de texto, navegaban el mar infinito del Internet.

Poco me importaba que solo mi mamá lo leyera. El ritual de sentarme a escribir, con un tecito caliente al lado y mis notas en papel, era un acto de amor por mi misma. Estar dispuesta a entregarme a la creatividad, despertaba en mí satisfacción, sentido de logro y mucha dopamina.

Pasaron los meses y me empecé a enterar que el blog lo leían más personas aparte de mi familia o amigos más cercanos. Gente que no conocía, empezó a enviarme correos y mensajes de agradecimiento. Me decían que la lectura que hacían de mi básica redacción, les había hecho sentir identificadas. Vistas.

Si hay algo que crear a través de VEF me ha enseñado es que:

Para que el camino aparezca, hay que estar dispuesta a dar un primer paso.

Durante el primer septenio, VEF y yo acumulamos muchas primeras veces. Creamos talleres y retiros. Un deck de mantras y una agenda en colaboración con Power House.

El blog evoluciónó en una marca personal, que ofrecía un servicio personalizado de acompañamiento en procesos de autoconocimiento. Combinando distintas terapias holísticas creamos un espacio presencial de encuentro y escucha activa.

Luego vinieron los círculos de mujeres, las charlas presenciales y virtuales. El cambio de país, las despedidas, pandemia, cambio de continente.

El cambio siempre es la constante inevitable en el flujo natural de la vida con su incesante muerte y renacimiento.

En estos siete años, he comprobado que estar dispuesta a conocerme a mí misma, es lo que me ha permitido navegar e cambio con resiliencia.

En 2024, junto con la mudanza de continente, elegí hacer una pausa. Me dediqué a procesar. A renacer. A dejar ir para dejar llegar para resignificar mi vínculo con VEF.

En ese espacio poderoso del vacío, pude internalizar que todo está destinado a transformarse constantemente.

Que lo natural, es fluir con el cambio constante.

El vacío me recordó que la obligación de producir, bloquea el deseo genuino de crear.

Y yo, solo quiero crear.

A veces, solo se trata de abrazar con aceptación radical lo esencial. Lo demás, es solo ruido.

Hoy recuerdo ese primer impulso genuino de compartir en una entrada de blog lo que siento y pienso en forma de texto.

Por eso, para el próximo septenio de VEF no quiero olvidar por qué empecé.

Quiero que mi mantra diario sea abrazar con aceptación radical la certeza de que todo fluye, nada permanece, todo cambia y nada nos pertenece.

Si tengo energía, quiero elegir usarla para crear, no para forzar. 

Quiero honrar la premisa y fluir con la vida.

Eso. Nada más.

 

Naty.